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lunes, 27 de julio de 2009

La electricidad inteligente ¿¿¿¿riesgo o beneficio????

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El refrigerador reduce su consumo de energía al mínímo. Son las 12 del día y no hay nadie en casa. Será hasta las 5 de la tarde, unos minutos antes de que alguien vuelva a cruzar la puerta, que regresará a su temperatura original.

La lavadora, por su parte, comienza un periodo de actividad. Tiene una carga de ropa blanca que atender. Sabe que el precio de la electricidad se redujo para quienes usen la menor energía posible durante la mañana, por lo que se activa en modo ecológico.

Todos los aparatos de la casa desactivan la función de standby. Ahorrar energía es una prioridad, salvar al planeta lo mismo, pagar menos también.

Esto no es ficción. Esto es Europa y el año es 2020. Esto es la internet de la energía. Esto es electricidad inteligente.

La Unión Europea intenta cortar las emisiones de gas contaminante en al menos 20% durante la próxima década y el uso de una nueva red de suministro es la clave para lograrlo.
El sistema, en el Reino Unido, pretende funcionar de la siguiente manera.


Para el 2020 cada casa y apartamento en suelo británico contará con un medidor de energía inteligente en el que podrá leer el consumo de electricidad de cada uno de sus aparatos en tiempo real. Además, le dirá a las empresas proveedoras el patrón de consumo energético de cada hogar para que éstas a su vez puedan suministrar sólo la energía que cada casa requiere.


Para esos años deberán aparecer también en el mercado nuevos electródomesticos con tecnología de consumo que se comuniquen con el medidor para reducir la demanda de electricidad y, por consiguiente, los precios que se pagan.

El medidor -que actua como un ruteador o router- es en realidad un sistema de datos parecido a internet que es capaz de enviar y recibir información en tiempo real. El proceso sin embargo llevará años y una fuerte inversión.

Tan sólo en el Reino Unido se estima que habrán de instalarse alrededor de 26 millones de estos medidores inteligentes, lo que supone un costo superior a los US$11.000 millones. Ahora multipliquen eso por la veintena de países de la Unión Europea y tendrán un estimado del costo total.

Los ahorros y los beneficios ante esta nueva manera de distribuir la electricidad parecen evidentes, pero eso no significa que el deslumbrante suministro no genere preocupaciones.
Una de ellas es que las empresas proveedoras del servicio tendrán demasiada información sobre sus clientes. Sabrán a qué hora se despiertan, a qué hora salen a trabajar, cuándo regresan, etcétera. La privacidad vuelve a estar en el centro de las preocupaciones, por lo que algunos expertos señalan que es muy importante que exista la opción de salirse del esquema si así se desea.

Otra angustia tiene que ver con uno de los dolores de cabeza de la era digital: los ciberataques. El riesgo es que los hackers puedan infiltrarse en el sistema -recuerden que será algo parecido a internet- y apagar por completo una casa o una ciudad.

Las autoridades europeas -y las de Estados Unidos donde Obama también piensa en estos medidores- afirman que usarán el tiempo disponible para asegurarse de que eso no ocurra, aunque saben que el riesgo existe.

La idea aquí está, la realidad la espera.

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